La parroquia Santa Teresa de Los Andes, la Corporación Cultural DoReMi país y la Municipalidad de Lo Barenchea, pusieron en marcha el proyecto Chile una sola voz con el primer concierto en el que más de 1500 voces cantaron juntas por el reencuentro, el reconociemiento y la paz.

Discurso inaugural padre Osvaldo de Castro

Amigas y amigos, muy buenas noches.

Estamos esta noche reunidos en esta emblemática Medialuna de lo Barnechea, porque lo necesitamos. Vivimos un momento histórico en que la separación y la división están por todas partes. Hay cosas por las que somos diferentes unos de otros, pero hay otras que nos dividen. Son muros que hemos ido levantando en nuestra sociedad: muros sociales, políticos, económicos, culturales y también religiosos. Esto se convirtió en un verdadero estallido social en nuestro país. La pandemia nos ha separado aún más, impidiéndonos encontrarnos incluso con nuestros amigos y seres queridos. La guerra que azota Ucrania y también otras regiones del mundo, nos muestra el extremo de esta división y del absurdo de nuestra convivencia. 

Este es el contexto que hace que esta noche sea necesaria. Necesitamos reencontrarnos y empezar a acortar las distancias que hay entre nosotros. No queremos ser iguales, pero sí queremos vivir como lo que somos: hermanos. La Asociación Cultural Doremi país surge como una propuesta de establecer un gran puente en nuestra sociedad a través de la belleza y la música. Cuando cantamos juntos surge la convivencia como la más preciosa sinfonía de la humanidad. 

El consejo de la Parroquia Santa Teresa de los Andes de lo Barnechea y la Municipalidad de lo Barnechea asumen inmediatamente este proyecto, poniendo un gran equipo humano y también recursos para desarrollarlo. Es que es imposible no sumarse en aquello que nos une. Todos nosotros: jóvenes de los Colegios san Esteban Mártir, Los Alerces, Monte Tabor y Nazaret, Everest y Los Andes, más un grupo grande de parroquianos de Santa Teresita y muchos otros vecinos de lo Barnechea, y también quienes nos acompañan desde sus casas, hemos acogido esta invitación de construir y atravesar este puente social. Hoy queremos contribuir a que el mundo sea un poco mejor.

Ser parte de una sinfonía requiere que cada uno aporte con lo mejor de su música en el momento preciso, requiere entrar en sintonía y armonía entre nosotros, exige renuncia y compromiso, y sobre todo comprender que juntos somos mucho más fuertes.

Beethoven compone su obra maestra, la Novena Sinfonía, al final de su vida, cuando ya estaba sordo. Esta noche nos dejaremos conducir por él. Los primeros tres movimientos son un recorrido por el misterio de la creación y de la vida. Es una invitación a entrar en lo que somos, con las alegrías y también las dificultades, pero siempre con la esperanza de levantarnos. El cuarto movimiento, el Coral, nos hace salir de nuestro ensimismamiento, levantar la mirada el cielo azul donde hay un padre que nos ama, y mirarnos entre nosotros como hermanos. Juntos cantaremos a la vida y a la dignidad, a la paz y la justicia juntos, como hermanos. 

Bienvenidos todos y todas a esta noche especial, a este gran reencuentro a través de la belleza y la música: Chile, una sola voz.