Vía Crucis 2023
Reflexión inicial
Nosotros somos conscientes de que el vía crucis de Jesús no fue simplemente el camino hacia el lugar del sufrimiento y muerte. Creemos que cada paso que Jesús da, cada gesto o palabra suya, así como lo que vieron e hicieron todos aquellos que tomaron parte en este drama, nos hablan continuamente. En su pasión y en su muerte, Cristo nos revela también la verdad sobre Dios y sobre el hombre.
Hoy queremos reflexionar sobre el contenido de aquellos acontecimientos. Queremos experimentar en el Espíritu Santo el amor que esconde tras de sí la cruz de Cristo. Queremos reconocer, a la luz de este amor, la propia cruz. Y así queremos caminar por nuestra vida iluminados por el Señor, cargando nuestras dificultades con la certeza de que al final del camino, después de la muerte, lo que nos espera es la verdadera vida con Cristo en Dios.
Silencio breve
I.- PRIMERA ESTACIÓN: JESÚS EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Lc. 22, 39-46)
Del evangelio de san Lucas:
Después salió y fue, como de costumbre, al monte de los Olivos. Sus discípulos lo siguieron. Al llegar allí, les dijo: “Oren para que puedan hacer frente a la prueba”. Se alejó de ellos como a la distancia de un tiro de piedra, se arrodilló y suplicaba así: “Padre, si quieres aleja de mí este cáliz; pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya”. Entonces, se le apareció un ángel del cielo, que lo estuvo confortando. Lleno de angustia, oraba más intensamente, y comenzó a sudar como gotas de sangre que corrían hasta el suelo. Después de orar, se levantó y fue adonde estaban sus discípulos. Los encontró dormidos, pues estaban rendidos por la tristeza. Entonces les dijo: “¿Cómo es que están durmiendo? Levántense y oren, para que puedan hacer frente a la prueba”.
Reflexión
Getsemaní es siempre recuerdo de silencio, de oración, de sufrimiento. En medio de esto, Jesús eleva la mirada al Padre y es capaz de poner en él su confianza. El dolor y el sufrimiento, con el miedo que conllevan, siempre estarán presente en nuestra vida. La pregunta fundamental no es cómo evitarlos, sino cómo vivirlos. En Cristo y su via crucis encontramos la clave fundamental: con la mirada puesta en la misericordia de Dios Padre.
Pongamos el corazón en este encuentro orante y sintamos el llamado que desde Getsemaní se nos hace para que “hagamos la voluntad” del Padre y decidamos vivir la vida como un constante Sí.
Oración
Danos, Señor Jesús, la dicha de entregarnos con amor, y que, por la intercesión de María, aprendamos que tú eres Hijo y Maestro, eres libertad y esperanza para que los perseguidos de tantos modos y en tantas partes, sientan el consuelo fraterno de toda la humanidad. A ti, que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
II.- SEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS ES TRAICIONADO POR JUDAS Y ES ARRESTADO.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Lc. 22,47-49.52-54)
Del evangelio de san Lucas:
Aún estaba Jesús hablando, cuando llegó una multitud, encabezada por uno de los Doce, llamado Judas, que se acercó a Jesús para besarlo. Jesús le dijo: “Judas ¿con un beso entregas al hijo del hombre?”. Viendo los suyos lo que iba a pasar, le dijeron: “Señor, ¿sacamos la espada?”. Y a los que venían contra él, jefes de los sacerdotes, jefes de la guardia del templo y ancianos, les dijo: “Han salido a detenerme con espadas y palos, como si fuera un ladrón. Todos los días estaba con ustedes en el templo, y no movieron un dedo en mi contra; pero ésta es su hora: la hora del poder de las Tinieblas”. Después de arrestarlo, se fueron y entraron en la casa del sumo sacerdote.
Reflexión
¡Maestro! Así le dice Judas a Jesús. Hoy también nos acercamos a Jesús traicionado y arrestado. Hoy vemos cuánto necesitamos construir la unidad, para que nuestra fe se vuelva un elocuente servicio que ilumine los pueblos con la verdad y con la esperanza que Jesús nos regala.
El camino de una Iglesia que es artesana de la unidad pasa por el Huerto de Getsemaní, para hallar en el dolor de Jesús un aliciente para sanar las heridas, para trazar puentes, para unir las voluntades, para construir comunidades fraternas que sellen alianzas con la alegría y la esperanza.
Oración
Señor Jesús, traicionado y arrestado en el Huerto, te rogamos que los olivos que rodearon tu dolor broten ahora como signos de unidad, de comunión y de paz para todos y en todas partes. Te lo pedimos a ti, que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
III.- TERCERA ESTACIÓN: JESÚS ES CONDENADO POR EL SANEDRÍN.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Lucas 22, 54. 66-71)
Del evangelio de san Lucas:
Entonces lo tomaron preso y lo llevaron a la casa del Sumo Sacerdote, donde entraron. Cuando amaneció, se reunieron los jefes de los judíos, los jefes de los sacerdotes y los maestros de la ley. Y mandaron traer a Jesús ante el tribunal. Le dijeron: “Dinos si tú eres el Cristo”. Jesús respondió: “Si se lo digo, ustedes no me creerán, y si les pregunto algo, no me van a contestar. Pero en adelante el Hijo del Hombre estará sentado a la derecha del Dios Poderoso”. Le preguntaron todos: “Entonces, ¿tú eres el Hijo de Dios?”. Les declaró: “Lo soy”. Ellos dijeron: “¿Para qué buscar otro testimonio? Nosotros mismos lo hemos oído de su boca”
Reflexión
La verdad de Jesús no logra ser reconocida por la autoridad religiosa de su pueblo. Lo tienen ante sí, sin embrago, no lo quieren ver ni escuchar. Es la realidad de nuestro mundo, muchas veces cerrado al otro, sin capacidad de escuchar, pero con prontitud para juzgar. Nos cuesta abrirnos al otro, al que piensa o vive de una forma distinta a la mía. Me acerco a él desde mi verdad, y en vez de buscar el diálogo tendemos a imponer cómo debe ser, vivir y pensar.
El Señor no impone la verdad, por el contrario, a imagen de la misericordia del Padre, Jesús en su misma Pasión y muerte se abre a escuchar al otro, acogerlo, acompañarlo. Es el camino de la Iglesia hoy, que lejos de condenar al mundo, debe ir al encuentro de él. No significa ceder en la verdad, sino atraer desde el amor a la verdad.
Oración
Señor Jesús, corona de los que dan la vida por amor, fortalece nuestra fe y haznos testigos valientes de tu verdad. Que con sabiduría y caridad sepamos ir al encuentro del mundo de hoy, para que, desde la verdad podamos mostrarle tu rostro misericordioso y todos se sientan acogidos e invitados a tu Reino. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
IV.- CUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES NEGADO POR PEDRO.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Lucas 22, 54-62)
Del evangelio de san Lucas:
“Después de arrestarlo, se fueron y entraron en la casa del sumo sacerdote. Pedro los seguía de lejos. Habían encendido fuego en medio del patio, y Pedro se sentó entre los que estaban alrededor de la lumbre. Una criada lo vio sentado junto al fuego, lo miró con atención y dijo: “También éste andaba con él”. Pedro lo negó, diciendo: “No lo conozco, mujer”. Poco después otro, al verlo dijo: “Tú también eres de ellos”. Pedro dijo: “No lo soy”. Transcurrió como una hora, y otro afirmó rotundamente: “Es verdad, éste andaba con él, pues es galileo”. Entonces Pedro dijo: “No sé de qué me hablas”. Inmediatamente, mientras estaba hablando, cantó un gallo. Entonces, el Señor dirigiéndose hacia Pedro, lo miró. Pedro recordó que el Señor le había dicho: “Hoy mismo, antes que el gallo cante, me habrás negado tres veces”; y saliendo, lloró amargamente”.
Reflexión En la fragilidad de Pedro está presente toda la fragilidad del ser humano. Ésta lo lleva a la negación. Pedro niega la experiencia de amistad y cercanía que tuvo con Jesús, por miedo. Sin embargo, Jesús toma la iniciativa, y lo mira con misericordia. Esa mirada, hace que Pedro reconozca su pecado, llore y vuelva a creer.
Sabemos que más adelante, a los pies del mar de Galilea, Pedro profesará tres veces su amor al Señor. Es este amor el que es más grande que el pecado y la traición. A veces pensamos que nuestro pecado es el punto final en nuestra relación con Dios. Pero en Cristo sabemos que no es nuestro pecado lo que prima, sino que es su misericordia. Nuestra relación con él no se sostiene en lo que nosotros hacemos, sino en lo que él hace por nosotros.
Oración
Señor, que de distintas formas nos has revelado tu amor misericordioso. Te pedimos que nunca sintamos que nuestro pecado supera tu gracia y que siemprenos abramos a recibir tu perdón. Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
V.- QUINTA ESTACIÓN: JESÚS ES JUZGADO POR PILATOS.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Lucas 23,1-5.14.18. 20-21. 24-25)
Del evangelio de san Lucas:
Después se levantó toda la asamblea y lo llevaron ante Pilato. Ahí empezaron a acusarlo, diciendo: “Hemos comprobado que este hombre es un agitador. No quiere que se paguen los impuestos al César y se hace pasar por el rey enviado por Dios. Pilato, pues, lo interrogó en estos términos: “¿Eres tú el rey de los judíos?”. Jesús le contestó: “Tú eres el que lo dice”. Pilato dijo a los jefes de los sacerdotes y a la multitud: “Yo no veo delito alguno en este hombre”. Pero ellos insistieron: Está alborotando al pueblo y difunde su doctrina por todo el país de los judíos. Comenzó por Galilea y ha llegado hasta aquí”. Les dijo: “Ustedes me presentaron a este hombre acusándolo de agitador. Lo interrogué personalmente delante de ustedes, pero no lo hallé culpable de ninguno de los crímenes de que lo acusan. Así que después de castigarlo, lo dejaré libre”. Pero ellos se pusieron a gritar todos juntos: ¡Mátalo a él y deja libre a Barrabás! Pilato, que quería dejar libre a Jesús, les dirigió de nuevo la palabra. Pero ellos le gritaban: ¡Crucifícalo, crucifícalo! Entonces Pilato pronunció la sentencia que ellos reclamaban. Luego soltó al que estaba preso por agitador y asesino, según ellos mismos exigían, y dejó que tratarán a Jesús como quisieran.
Reflexión
Pilato tenía ante sí la verdad sobre Dios, el hombre, el mundo, la vida y la muerte. Sin embargo, no estaba dispuesto a abrirse al cambio que esta verdad significa. Y prefiere no ver. Esto lo lleva al error y a actuar según los criterios del mundo. Opta por el poder y no por la verdad.
Para nosotros hoy es difícil vivir el evangelio y ser testigos de su verdad. Hemos sido entrenados desde pequeños para vivir con los criterios del mundo. Pero cuando nos abrimos al evangelio, descubrimos que la verdadera felicidad la encontramos no en el poder y el éxito, sino que en la entrega y en el servicio. Pilato tuvo la posibilidad de marcar la diferencia, sin embargo, el miedo al cambio no lo dejó ver con claridad. Seguir a Cristo requiere valentía, pues la presión desde el mundo es fuerte. Sin embargo, siempre tenemos la posibilidad de marcar la diferencia y vivir desde los valores que Cristo nos enseña en el Evangelio.
Oración
Señor, te pedimos tu sabiduría para buscar siempre vivir el servicio y la caridad. Que los criterios mundanos no nos confundan en nuestras decisiones, sino que siempre sea la luz del Evangelio la que nos guíe. Te lo pedimos a ti que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
VI.- SEXTA ESTACIÓN: JESÚS ES FLAGELADO Y CORONADO DE ESPINAS.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Mateo 27, 26-31)
Del evangelio de san Mateo:
Entonces Pilato soltó a Barrabás; y a Jesús, después de haberle hecho azotar, se lo entregó para que fuera crucificado. Los soldados del Procurador llevaron a Jesús al Pretorio y reunieron en torno a él a toda la tropa. Le desnudaron, le pusieron una túnica roja, y trenzando una corona de espinas, se la pusieron en la cabeza, y en su mano derecha una caña; se arrodillaron ante él y se burlaban diciendo: Salve, Rey de los judíos. Le escupían, le quitaron la caña y lo golpeaban en la cabeza. Después de reírse de él, le despojaron de la túnica, le pusieron sus vestidos y lo llevaron a crucificar.
Reflexión
El abuso del poder, representado por Poncio Pilato, suelta a un delincuente y condena a un inocente. Los soldados, impunemente, también abusan de su poder, azotan a Jesús y se burlan de él. Le ponen una corona de espinas, lo saludan como rey, lo escupen y lo golpean en la cabeza. ¿Por qué tanto ensañamiento con Jesús? ¿Qué mal ha hecho?
Hay tantas instancias de nuestra vida en que somos expuestos al poder. En Cristo también comprendemos que el mismo poder puede ser una trampa. El sentido de éste, no es el beneficio propio, sino el servicio. La justicia humana busca castigar y enseñar. La justicia de Dios busca siempre rescatar al caído. Queremos actuar como el Señor, que lejos de condenar a nadie, ni siquiera a sus carceleros, siempre acoge, perdona y levanta. Este es el poder que tiene el amor: el que se siente verdaderamente amado transforma su vida.
Oración
Señor, que en el camino de la cruz nos revelas el extremo de tu amor por nosotros. Ayúdanos a dejarnos transformar por este amor y que en nuestra vida seamos testigos de lo que has hecho por la humanidad. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
De camino a la siguiente estación, se van a repartir trozos de madera para que los niños puedan hacer su propia cruz.
ISABEL MGTA CAMPOS
VII.- SÉPTIMA ESTACIÓN: JESÚS CARGA CON LA CRUZ.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (San Juan 19, 16-17)
Del evangelio de san Juan:
Entonces Pilatos les entregó a Jesús para que lo crucificaran. Se hicieron, pues, cargo de Jesús quien, llevando a hombros su propia cruz, salió de la ciudad hacia un lugar llamado “la Calavera” (que en la lengua de los judíos se dice “Gólgota”).
Reflexión
Se nos invita a unir a la cruz todos los dolores del mundo, todas las cruces que hombres y mujeres llevamos; las cruces de tantas tragedias, la cruz que representa los inmensos dolores de las víctimas, de las violencias, de los desastres, de tantas y dolorosas señales de muerte y de soledad.
Que, en el camino al Calvario, llevar la cruz sea signo de compromiso y de entrega amorosa hacia los demás. La cruz, para el mundo, es signo de muerte, pero para los cristianos es signo del extremo del amor del Señor por nosotros.
Oración
Señor Jesús Cargado con la Cruz, te pedimos nos ayudes a que nuestra opción sean los pobres, los débiles, los sufrientes, los excluidos y los marginados. Regálanos tu unción que nos lleve a tomar actitudes coherentes frente a la realidad, denunciando proféticamente las situaciones de injusticia que viven tantos. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
VIII.- OCTAVA ESTACIÓN: JESÚS ES AYUDADO POR EL CIRENEO.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Lucas 23, 26)
Cuando le llevaban echaron mano de un tal Simón de Cirene, que venía del campo y le cargaron la cruz para que la llevara detrás de Jesús.
Reflexión
Aprendamos de la solidaridad, de la compasión, de la vida compartida, de encuentros que tienden puentes y abren caminos para la fraternidad.
El camino de la vida no lo recorremos solos, sino que el los otros cumplen un rol fundamental. El otro es quien me ayuda a salir del egoísmo y me abre al mundo de la caridad. El otro le da sentido más pleno a nuestra vida.
Simón de Cirene nos representa y nos alienta a caminar atentos a las necesidades de los demás. La carrera de la vida no consiste en llegar primeros, sino que, en Cristo, consiste en llegar juntos. Especialmente acogiendo por el camino a los que van quedando botados a la orilla del camino: a los excluido, los pobres y los más necesitados.
Oración
Señor, ayúdanos a vivir el evangelio de la caridad, estando especialmente atentos a los que van quedando heridos al borde del camino. Que podamos detenernos en medio del ajetreo diario para acoger a los excluidos de nuestra sociedad y así, ayudándonos mutuamente, podamos recorrer el camino de la vida desde el servicio y la caridad. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Queremos invitar a los niños que han hecho la cruz de madera, que puedan entregarla sus padres para que ellos le ayuden a llevarla.
IX.- NOVENA ESTACIÓN: JESÚS ENCUENTRA LAS MUJERES DE JERUSALÉN.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Lucas 23, 27-31)
Del evangelio de san Lucas:
Lo seguía muchísima gente, especialmente mujeres que se golpeaban el pecho y se lamentaban por Él. Jesús, volviéndose a ellas, les dijo: “Hijas de Jerusalén, no lloren por mí. Lloren más bien por ustedes mismas y por sus hijos. Porque está por llegar el día en que se dirá: felices las madres sin hijos, felices las mujeres que no dieron a luz ni amamantaron. Entonces se dirá: ¡Ojalá los cerros caigan sobre nosotros! ¡Ojalá que las lomas nos ocultaran! Porque si así trataron al árbol verde, ¿qué harán con el seco?”
Reflexión
El encuentro de Jesús con estas mujeres de Jerusalén parece enigmático. Jesús las alaba y bendice por su maternidad. Y les anuncia que cuando llegue el día en que las madres se alegren por no tener hijos, entonces la vida misma no tendrá sentido, y más convendría ser sepultados por los cerros.
Jesús está reconociendo la belleza de la vida reflejada en las madres que abnegadamente lo dan todos por sus hijos. En medio de las dificultades del camino del calvario, estas mujeres son una luz de esperanza.
Y lo siguen siendo hoy. Nosotros lo podemos extrapolar a la situación actual, donde no basta solo con el reconocimiento del rol de la mujer en la sociedad hoy. Es necesario, en nuestra Iglesia, al igual que en la sociedad, seguir abriendo puertas en la participación más incisiva de la mujer, también en la conducción y en la toma de decisiones. El poder femenino es indispensable en todas las expresiones de la vida social. Y en nuestra Iglesia no nos podemos quedar atrás en este importante signo de los tiempos.
Oración
Señor, te pedimos por todas las mujeres que han estado presente en nuestra vida, partiendo por nuestras madres. Te pedimos también por todas aquellas que de distintas formas sufren hoy discriminación, desigualdad, prejuicio. Queremos construir una sociedad y una iglesia más justa con ellas, donde haya una verdadera igualdad en la dignidad y donde nos sintamos verdaderamente enriquecidos por nuestras diferencias. Junto a María te lo pedimos a ti, que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
X.- DÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS ES CRUCIFICADO.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Lucas 23, 33-38)
Cuando llegaron al lugar llamado la Calavera, lo crucificaron a él y a los malhechores, uno a su derecha y el otro a su izquierda. Mientras tanto Jesús decía: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”. Después se repartieron sus ropas, sorteándoselas. La gente estaba ahí mirando. Los jefes, por su parte, se burlaban diciendo: “Ya que salvó a otros, que se salve a sí mismo, para ver si es el Cristo de Dios, el Elegido”. Los soldados también se burlaban de él. Cuando le ofrecieron de su vino agridulce para que lo tomara, le dijeron: “Si tú eres el rey de los judíos, sálvate a ti mismo”. Porque había un letrero en lo alto de la cruz que decía: “Este es el rey de los judíos”.
Reflexión
Las fuerzas del mal, de la injusticia y de la violencia se han volcado sobre Jesús, pero no logran apagar la llama de su amor misericordioso. Mira a sus verdugos y siente que no saben lo que hacen: están matando al Autor de la vida y pide a su Padre que los perdone. Perdonar en esas circunstancias y a esas personas es una gracia de Dios. Es un gesto de alguien que ha sido salvado de toda forma de odio y de rencor y que ha amado hasta el extremo. A todos nos cuesta perdonar porque las ofensas que recibimos producen heridas muy profundas que despiertan en nosotros deseos de venganza. Sin embargo, en la medida en que hemos dejado al Señor habitar en nuestros corazones, es posible para nosotros perdonar, aún cosas graves. Él es capaz de quitarnos el odio, el rencor y los deseos de venganza y dejar espacio a la misericordia hacia aquéllos que nos han ofendido.
Oración
Regálanos, Señor, tu misericordia para ofrecer el perdón, para reencontrarnos como hermanos y superar las enemistades, renunciar a la venganza y abrirnos a la convivencia basada en la justicia, en la verdad y en una verdadera cultura del encuentro fraterno. Te lo pedimos a ti que vives y reinas, por los siglos de los siglos. Amén.
XI.- UNDÉCIMA ESTACIÓN: JESÚS PROMETE SU REINO AL BUEN LADRÓN.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Lucas 23, 39-42)
Cuando llegaron, uno de los malhechores crucificado, insultándolo, le dijo “¿Así que tú eres el Cristo?” Sálvate, pues, y también a nosotros. Pero el otro lo reprendió, diciéndole: ¿No temes a Dios, tú que estás en el mismo suplicio? Nosotros lo tenemos merecido, y pagamos nuestros crímenes. Pero él no ha hecho nada malo”. Y añadió: “Jesús, acuérdate de mí cuando llegues a tu Reino”. Respondió Jesús: “En verdad, te digo que hoy mismo estarás conmigo en el paraíso”.
Reflexión
El crucificado que insulta a Jesús, se burla diciendo "Sálvate a ti mismo". Jesús, pudiendo salvarse, no lo hace, escoge salvar a la humanidad, y el primero de todos será el buen ladrón que lo ha reconocido y se ha abierto a su perdón, a su misericordia.
Ni el pecado ni el delito le han impedido encontrarse con Jesús. Para Jesús tampoco el pecado es motivo de distancia o reproche. Sin dudarlo, le abre las puertas del cielo, porque ha primado su amor. No olvidemos que Jesús es el Rostro de la Misericordia del Padre, acerquémonos entonces a Él, imploremos su perdón, porque Dios no se cansa de perdonarnos, sino que somos nosotros quienes nos cansamos de pedir perdón…
Oración
Señor Jesús: ábrenos la puerta de tu corazón, haz que encontremos solo en ti la fuente de la verdad y del perdón que llena de sentido nuestra vida. Ayúdanos a invocar siempre tu misericordia y a experimentar tu perdón, de manera que nos sea nuestra debilidad la que determine nuestro vivir, sino el extremo de tu amor por nosotros. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Camino a la siguiente estación se entregan las velas.
XII.- DECIMOSEGUNDA ESTACIÓN: JESÚS CRUCIFICADO, LA MADRE Y EL DISCÍPULO AMADO.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Juan 19, 25-27)
Del evangelio de san Juan:
“Estaban junto a la cruz de Jesús su madre y la hermana de su madre, María de Cleofás, y María Magdalena. Jesús, viendo a su madre y al discípulo a quien amaba, que estaba allí, dijo a su madre: “Mujer, ahí tienes a tu hijo”. Después, dice al discípulo: “He ahí a tu madre”. Y desde aquel momento el discípulo la recibió en su casa”.
Reflexión
María está al pie de la cruz de su hijo contemplando dolorosa cómo Jesús vive su entrega total. María acompaña, ora, sufre, se compadece, se mantiene serena y se queda hasta el final.
María lleva en el corazón la cruz de su hijo, quisiera cargar con ella, liberarlo de su sufrimiento, asumir ella el dolor de su hijo. Está junto a Jesús viviendo en su interior lo que él vive. Es un verdadero martirio espiritual.
En San Juan estamos representados todos nosotros y recibimos a María, la Madre de Jesús, como Madre nuestra. Ella estará siempre junto a nosotros, cuidándonos y acompañándonos especialmente en nuestros momentos de dolor y sufrimiento. Por eso la llamamos Madre de Misericordia.
Como signo de que queremos estar a los pies de la cruz, encendemos las velas.
Oración
Oh Dios, que has querido que la Madre compartiera los dolores de tu Hijo al pie de la cruz; haz que la Iglesia, asociándose con María a la pasión de Cristo, merezca participar de su resurrección. Por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
XIII.- DECIMOTERCERA ESTACIÓN: JESÚS MUERE EN LA CRUZ.
Invitamos a los niños que quieran a acercarse a la cruz y rodearla. En esta estación tan especial queremos acompañar de cerca a Jesús.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Lucas 23, 44-46)
Del evangelio según san Lucas:
Como al mediodía, se ocultó el sol y todo el país quedó en tinieblas hasta las tres de la tarde. En ese momento, la cortina del templo se rasgó por la mitad, y Jesús gritó muy fuerte: “Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu”, y al decir estas palabras, expiró.
Los que puedan se colocan de rodillas y se hace una pausa de silencio.
El capitán, al ver lo que había pasado, reconoció la obra de Dios, diciendo: “Realmente este hombre era un justo”. Y toda la gente que se había reunido para este espectáculo, al ver lo sucedido, comenzó a irse golpeándose el pecho.
Momento de silencio
Reflexión
Contemplemos la cruz, la muerte, el dolor de un inocente, la impotencia ante la aparente victoria del mal. Bajo los ojos del mundo es la historia del fracaso de Dios.
Ante esta imagen nos brota decir: Señor, ¿dónde está tu victoria? El dolor de un inocente, el sufrimiento injusto, la muerte son realidades que vemos cada día, y que también nos ha tocado vivir personalmente. Cuando Jesús vivió su pasión, aceptó su cruz y caminó con ella herido y dañado, lo hizo poniendo su dolor en las manos del Padre, solo Él lo sostuvo.
En este momento la misericordia del Padre llega a su punto culminante. La forma en que Jesús vivió su momento más difícil es modelo y camino para vivir nuestros momentos de dolor. Confiar en la misericordia del Padre y entregarle nuestro espíritu, es descansar en la esperanza de que la vida vence a la muerte. La cruz, para nosotros, no es signo de la muerte, sino que es un testimonio del extremo del amor que Dios nos tiene.
Oración
Señor Jesús, tu muerte es fuente de vida. Por ello te presentamos, Señor, nuestra vida, con todas las dificultades que hay en ella, con los dolores, el sufrimiento y los miedos. Llénanos de la esperanza más firme y la alegría que vence al dolor y lo ilumina. Haznos pasar contigo, de la muerte a la vida verdadera. Te lo pedimos a ti que vives y reinas por os siglos de los siglos. Amén.
XIV.- DECIMOCUARTA ESTACIÓN: JESÚS ES SEPULTADO.
Sacerdote: Te adoramos, Cristo, y te bendecimos.
Todos: Que por tu santa cruz redimiste al mundo.
LECTURA (Lucas 23, 50-55)
Del evangelio de san Lucas:
Intervino, entonces, un hombre del Consejo Supremo de los judíos que se llamaba José. Era un hombre bueno y justo que no había estado de acuerdo con los planes ni actos de los otros. Este hombre de Arimatea, pueblo de Judea, esperaba el Reino de Dios. Fue a presentarse a Pilato para pedirle el cuerpo de Jesús. Habiéndolo bajado de la cruz, lo envolvió en una sábana y lo depositó en un sepulcro cavado en la roca, donde nadie había sido enterrado aún. Era día de la preparación de la Pascua y ya estaba por comenzar el sábado. Entonces, las mujeres que habían venido de Galilea con Jesús siguieron a José para conocer el sepulcro y ver cómo ponían su cuerpo.
Reflexión
En el sepulcro yace el cuerpo de Jesús. La vida pareció detenerse con su muerte. Su proyecto parece fracasar. Como que todo terminara ahí, ya todos se han ido desilusionados, entristecidos, porque el maestro ha muerto y sus promesas no se han cumplido. Como todo hombre que muere, en el sepulcro parece terminar su vida, y con ellas su mensaje y su misión.
Sin embargo, sabemos que para Dios la muerte no es la última palabra. Dios actúa misteriosamente más allá de lo que podemos imaginar ¿Qué misterio oculto se está gestando en el sepulcro? ¿Qué significa que Dios venza la muerte?
Entramos, al terminar el vía crucis, en el sábado santo, un tiempo de silencio, pero también de misteriosa presencia y esperanza.
Oración
Señor, hemos recorrido con tu Hijo el camino de su Pasión hasta su muerte y sepultura, que representa nuestro propio dolor y sufrimiento. Queremos recorrer con él también el camino de la resurrección y de la vida verdadera. Es lo que esperamos de estas fiestas pascuales que estamos celebrando. Te lo pedimos por Jesucristo, tu Hijo, vencedor de la muerte y señor de la vida, que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén.
Horarios de misa presencial
Misas de semana
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